viernes

Sin Temientos Cruzados: sabado sabadete

Sin Temientos Cruzados: sabado sabadete
Aunque eran muchos los años que no nos veíamos practicamente parecía que no habíamos dejarnos de vernos en todo este tiempo.
Subí a la limusina, nos saludamos cortesmente y comprobé que en su solapa lucía un ejemplar de geranio de lo mas extraño, le dije que aun me seguía sorprendiendo con nuevos ejemplares, y me comentó que era una lástima que hubiera estado tan alejada del mercado, pero que sin falta me necesitaba con urgencia.
Muska olfateaba sin cesar su alrededor y parecía bastante tranquila, aquella actitud por parte de ella me relajó y comencé a disfrutar del viaje, ansiaba llegar al hotel, se que tardaría porque antes tendría que almorzar en su linda y majestuosa mansión.

9 comentarios:

Elsa dijo...

Creo que he metido la pata no quería que saliera como algo nuevo, puede alguien arreglar este desaguisado, gracias? Lo siento

Anónimo dijo...

Hola Elsa nos bastamos y nos sobramos pa´liarla, ozú como se dice en mi tierra. Besitos por la mañana.

Anónimo dijo...

Una vez instalados en su majestuosa mansión se dirigió a mí con decisión.
"Sé que no te alegras de verme y tu sabes que es un sentimiento reciproco. He de decir, no obstante, que sigo encontrándote extraordinariamente atractiva"
Quise contestar pero me hizo callar con un gesto.
"No tenemos tiempo que perder así que voy a contarte el motivo de tanta urgencia. Nuestras plantaciones de geranios están en crisis estan sufriendo una plaga que va traspasando las fronteras de nuestros países vecinos. Lo hemos estudiado todo, no sabemos hacerle frente.
En el sentir de los traficantes de todo el sudeste asiático se ha instalado la idea de que tu estás envenenando cada año las cepas y con tu desaparición acabará esta maldición.
Como puedes suponer estas siendo buscada por los más sanguinarios mercenarios ya que la recompensa ofrecida por tu muerte es alta.
Yo, no creo en esa teoría. Creo que la naturaleza nos ha azotado con esta plaga y que solo hay una persona en el mundo capaz de fabricar un componente que acabe con ella, esa persona es Dung-La.
Solo puedes encontrarle, lo sé.
Este es el trato: encuentra a Dung-La y tráemelo y yo pondré toda mi infraestructura a tu servicio es tu única oportunidad de seguir con vida, creéme.
Ahora relájate y piensa en ello, pero no te demores, ni siquiera aquí estas a salvo.”

Anónimo dijo...

Reflexioné cabizbaja unos segundos. Tenía parte de razón aunque él no lo sabía, el verano pasado en plena inspiración y crisis existencial de Muska - que me había contagiado sin demoras ni reservas, al verse en una foto y no gustarle como había quedado - yo había ideado un plan para crear una nueva raza de geranios, más fuertes, más alegres y aromáticos; pero algo había salido mal...
Encontraré a Dung-La, le aseguré con firmeza y un nuevo fruncimiento de labios, eso le gustaba...

Anónimo dijo...

... y despidiéndome me marché rápidamente antes de que intentara algo nuevo. Muska corrió detrás de mí mientras las flores del jarrón sobre la chimenea casi se caían al suelo al pasar a su lado; imaginé la sonrisa de Lao a mis espaldas y esto hizo que un escalofrío recorriese mi ya de por sí congelado cuerpo.
...Dung-La... la última vez que le había visto...

Anónimo dijo...

...había sido en fotografía, en blanco y negro, vieja, ajada. Me la había mostrado una de sus amantes, la única que había logrado escapar con vida de él; una oriental diminuta que no dejaba adivinar el coraje y la fuerza de voluntad que poseía en su alma. Claro que la vida le había enseñado muy pronto y bien, era una superviviente nata desde los 5 ó 6 años.

Anónimo dijo...

k pasó? no seguís?... lo voy a hacer sola...?

Anónimo dijo...

Ella sabría donde encontrarle. A veces me preguntaba si ese observar y controlar desde lejos en todo momento a su ex dueño, para llamar a las cosas por su nombre, mientras todos la creían muerta; obedecía tan sólo, como ella afirmaba, a una cuestión de supervivencia: “no le quites el ojo de encima a tu depredador…” O si en realidad habría algún resto en su enigmática mente de dependencia, de enganche emocional a una relación tan exquisitamente compleja y perturbadora: un extraño ir y venir de péndulo que cubriría el completo y amplio abanico de matices del lado oscuro del corazón; mezclado con algunos rayos de sol cegador y radiante, calor ardiente capaz de iluminar una vida. Emociones a las que se hubiese vuelto adicta e incapaz de renunciar; un “amor” en las sombras, una forma de huir sin terminar. Me intrigaba la historia por sí misma. Ella no me preocupaba ni me interesaba demasiado, sabía cuidar de sí. Aunque seductora, suavemente hipnotizante, a veces encantadora; experimentaba un ligero sentimiento de rechazo ante su espíritu complejo, contradictorio y, sin duda alguna, despiadado. Muchas veces, aún sabiendo que no había tenido más remedio que devenir y convertirse en lo que era, sentía por ella una profunda antipatía nacida probablemente en el deseo más oculto y sincero de mi verdadero yo: el de vivir simple y llanamente, con Muska, en una casita rodeada de flores; así, sin más, no necesitaba ni quería nada más. Mi trabajo era mi modus vivendi y mi diversión pero no mi esencia ni mi corazón. Si ahora me entregaba en cuerpo y alma a esta aventura era solamente por sobrevivir.
Ella me debía mucho pues Dung La me había contratado para encontrarla y yo había, como quien dice, certificado su defunción; al tiempo que le mostraba las debilidades de su oculto retiro, que había subsanado de inmediato. Esta mujer diminuta me entregaría a Dung La en bandeja de plata aunque muriese de pena o de satisfacción, no sabría decirlo, por ello. El carácter oriental era así. Pero me equivocaba, primer y último error de mi carrera; no era así, era infinitamente más complejo. Lo primero que hicieron los secuaces que me esperaban en su casa, pagados por ella, fue arrebatarme, con mucha gentileza y educación y muchas inclinaciones de cabeza, a Muska y entregarla a la vieja ama de llaves; ésta era muy amante de los animales, los trataba a cuerpo de rey. Me alegré por ella, por Muska, no encontraría un mejor lugar sobre la tierra, ésa era la verdad aunque me apené un poco por mí; la echaría algo de menos: sus ladridos eternos a media noche, los paseos diarios fuese cual fuese el tiempo (sol, lluvia, nieve, viento, vendaval, tormenta…) y el estado de salud/ánimo (febril, moribunda, apática, deprimida…) en que me encontrase; las querellas en su defensa con la comunidad de vecinos, las multas por sacarla suelta o sin bozal y las consiguientes disputas con la policía; los zapatos mordidos… etc etc etc. Tantas cosas pasaron de pronto por mi cabeza, contuve unas lágrimas.
Luego los dos hombres me condujeron de inmediato al aeropuerto donde tomaríamos un vuelo, en primera, para regresar a mi casa y entregarles el fruto de mis absurdos experimentos con la flor sagrada: el geranio rojo...

Cuando llegué, el salón parecía extrañamente silencioso y vacío, sin el recibimiento de Muska arañándome las piernas entre alborotos de color melocotón. De pronto me di cuenta de lo que mi descubrimiento podría suponer en manos de alguien tan maligno como Dung La, Muska tendría que volver a casa conmigo. Y yo la amaba.
Aparte de que las cosechas de geranios en todo el mundo se irían a la ruina, ya se estaban yendo sólo por un fatal error inintencionado… sería peor aún, él acapararía las ventas y se haría más rico, fuerte y poderoso de lo que ya lo era; mal futuro para un mundo. Mientras los rufianes ponían patas abajo el dormitorio buscando las fórmulas, las saqué de donde las tenía ocultas, en un papel bajo el platito de la maceta del geranio en la ventana y me lo llevé a la boca para masticarlo y tragarlo como si fuese una trufa de chocolate. Justo en el momento los dos hombres de la oriental aparecieron en el umbral y me pillaron; esta vez no me bastaría con mi carita de santa inocencia, aunque me diese tiempo a tragarme la pasta que se había formado en mi boca de fresa, me torturarían hasta morir tratando de sonsacarme (sin éxito, no me sabía la fórmula de memoria, nunca tuve mucha). Hice lo único que podía, me subí al antepecho de la ventana y después de hacerles una gentil reverencia japonesa, salté. Sentí una sacudida terrible, era mi espíritu que ante la situación impactante que se avecinaba, se retiraba cobarde y traidor y se despojaba de su vestidura carnal sin miramientos. Subió de nuevo flotando como sólo los espíritus pueden hacerlo, mientras el cuerpo continuaba su recorrido descendente. Entró de nuevo a la habitación por la ventana, los geranios se asomaban hacia fuera pero ahora giraron de nuevo hacia el interior, donde me posé. Los dos sicarios habían huído. Oí afuera, un golpe ...

Anónimo dijo...

Bueno, como alguien cambió el principio a "chinowebdings" no me acordaba bien, pero para que el final quede redondo habría que hacer algún cambio, como no puedo editar, lo añado así, de extra. Después de "Los dos sicarios habían huído"... "la puerta estaba entreabierta y en ese momento alguien desde afuera la empujó y entró en la habitación. ¡Era Muska! Se dio la vuelta, apoyó sus patitas sobre el roble y la cerró de nuevo. Debía haber escapado, seguramente pensó que más vale malo conocido... Con su olfato excepcional había debido seguirnos la pista hasta el aeropuerto y colarse en la bodega de equipajes que ya tenía más que conocida. Aquí estaba. Nunca dejaría de sorprenderme.
Creo que tantas emociones pudieron conmigo, me quedé en blanco, fue como si se borrara todo lo que últimamente había vivido. Un sonido llamó entonces mi atención, el ordenador parpadeaba, me senté frente a él y empecé a teclear."
- Y ahora vendría el final, cambiar la última frase que ya estaba por: - "Segun escribía con brío en el ordenador he oído un enorme porrazo en la calle. Ha sido un golpe seco, sin posibilidad de rebote, como sonaría un bolso cerrado lleno de balines de escopeta si lo tirara desde un alto".
FIN... tirirín