viernes

EL VALOR DE LAS COSAS IMPORTANTES

Acabo de terminar este cuentecillo para presentarlo en una cosa sobre el agua. Está calentito del horno y por tanto sin pulir mucho se admiten sugerencias.

EL VALOR DE LO IMPORTANTE

Soy fotógrafo.
Soy de esos hombres que creen que por haber dado patadas a las piedras de medio mundo entienden la esencia de los pueblos y de las personas, obviamente me equivoco.
No obstante, en este incesante ir y venir he aprendido muchas cosas, desde luego que sí. He aprendido que las cosas importantes son iguales para todos y en todos los sitios del mundo. Sé que todos tenemos miedo, que terminamos siendo enemigos de los que tienen intereses opuestos a los nuestros, que necesitamos que nos amen, que nos aterroriza la muerte y que estamos dispuestos a morir y a matar por las cosas que nos permiten seguir viviendo.
Hace unos años viajé a Namibia para hacer un reportaje. En el tejemaneje del ir y venir por un país extraño tuve la necesidad de contratar a un guía. La verdad es que congenié con él rápidamente. Era un tipo muy integro, que daba mucha importancia a la dignidad de cada cual, aprendí a tenerle respeto porque su modo de ver la vida era profundo y claro, me despedí de él con la sensación de separarse para siempre de un amigo.
Hace unos días su hijo vino a España y nos llamó (a mí y a todo el equipo con el que compartí el reportaje). Su padre nos había enviado unos regalos, supongo que con la intención de hacer más llevadera la estancia de su hijo en España.
Quedamos con él y nos los entregó. Me quedé atónito, traía un colgante maravilloso para mi compañera y una magnifica bolsa de piel de camello para el periodista... a mí, sin embargo, me entrego un pequeño recipiente que contenía un liquido de dudosa transparencia. Ante mi cara de desconcierto el muchacho me contó que era agua del oasis de Ai-aiss, cercano a su casa y que por voluntad de su padre lo había recogido para mí. De momento no entendí nada, no comprendía como los regalos de mis compañeros eran de tan alto valor y a mí me había traído “un frasco con agua” ¡que absurdo!.
Me acosté algo contrariado y supongo que como consecuencia de ello soñé con aquel tipo y le vi rodeado de su familia en su casa anclada en medio de un erial seco, resquebrajado, estéril. Vi a las mujeres de su familia sudorosas en medio de la nada, bajo el sol abrasador, cargadas con sus tinajas llenas de agua. Vi como cocían sopa en agua turbia y como los niños chupaban con fruición los recipientes en los aún se conservaba un resto de humedad.
A la mañana siguiente me levanté y le escribí este mensaje “Jamás nadie me ha hecho ni me hará un regalo tan hermoso y valioso como el tuyo” y él me contestó con una escueta misiva “Sabia que tu entenderías su mensaje”.Desde entonces no puedo oír el murmullo del agua sin recordarle, ni puedo ver desperdiciar una gota de agua sin que algo me duela en las entrañas.

3 comentarios:

Elsa dijo...

Hace años leí Tuareg, me pareció muy humano a la vez que instructivo, me lo ha recordado la manera de tratar el agua, es un tesoro que derramamos día a día.

Disfruta de la noche madrileña, Madrid está ahora para comérselo.

susana dijo...

No estoy perdida....mi ordenador, pobrecillo anda enfermo de virus y no hay forma de arreglarlo. De momento solo puedo entrar cuando estoy en el trabajo...y no es plan.

Ya os contaré...tengo coche nuevo, por fin.

Besitos a todos

Elsa dijo...

Enhorabuena por el coche, disfrútalo.
Hay retrovitales muuu buenos pa eso

Des a ver si cuentas como quemaste Madrid, ji,ji,ji

Yol, hermosa dejalo ya un poquito...